¡Volar te cambia la vida!

24 abril, 2024

Adrenalina, una palabra que escuchamos cuando hablamos de situaciones de tensión, riesgo y de atracciones extremas.

Cuando las personas nos enfrentamos con deportes extremos, se libera una energía  produciendo aumento del ritmo cardiaco. Lo que busca esta fuerza es activar todas nuestras funciones y sensaciones para prepararnos hacia una posible huida de algún miedo, estrés y ansiedad  o simplemente para estar más alerta pero ¿qué es lo que provoca el miedo que nos asusta tanto? 

Todo ser humano ha sentido miedo alguna vez en su vida. Ese temor que nos paraliza y nos hace dudar de nuestras Es seguramente la pregunta del millón: si el miedo está asociado al estrés de experimentar cosas nuevas ¿por qué hay personas que esa sensación  no las paraliza y siguen adelante? ¿Será esa adrenalina la que empuja a seguir adelante?.Podemos sentir demasiada energía cuando creemos que nuestra vida está en peligro, como por ejemplo saltar en paracaídas, entonces el miedo lo es todo, nos ayuda a salir de la zona de confort y atrevernos a vivir nuevas experiencias.En lo personal el haber saltado la primera vez me cambió la vida, entendí que atreverse a vivir nuevas cosas te genera confianza, hace que quieras conocer más acerca de este deporte y sobre todo te hace más fuerte.

A lo largo de mi vida me he dado cuenta que el vivir nuevas experiencias te permite desarrollarte como persona, te da confianza a ti mismo y te permite saber quién eres y hacia dónde quieres ir, para saber en qué cosas eres bueno o tan bueno y al final te da las herramientas necesarias para enfrentar nuevas situaciones en tu vida.Saltar en paracaídas ya no era algo nuevo para mí, fue el hecho de tener que hacerlo sola lo que se convirtió nuevamente en algo nuevo, en mi experiencia puedo decir que tomar este tipo de decisiones no es una tarea fácil, el hecho de pensar que saltaría yo sola de un avión sin un instructor que me estuviera cuidando generó la sensación como de una película de miedo,  me hacía dudar en que acabaría; sin embargo, ¿cuántas veces no nos ha pasado que hasta que experimentas algo nuevo,  la adrenalina que recorre tu cuerpo cambia tu forma de ver las cosas para alcanzar el éxito? El miedo es una fuerza poderosa que puede detenerte o hacer que avances dependiendo del lado que lo veas.

Mi primer salto en paracaídas me enseñó que el miedo es una fuerza poderosa que puede detenerte o hacer que avances dependiendo del lado que lo veas, dentro de mí  quería aprender más sin duda alguna, sería sólo el primero de mis retos de vivir nuevas experiencias  que tenía en mente, necesitaba volar de nuevo pero sola, tendría que realizar mi curso AFF(Acelerated Free Fall), un paso muy importante en mi vida, tenía curiosidad del cómo iba a empezar y terminar y esto fue lo que paso…

En la medida que aprendemos más de un tema, rápidamente vamos descubriendo un mundo de sutilezas de cosas que aún quedan por saber, al principio yo creí saber lo suficiente sobre el paracaidismo por mis experiencias de saltar en tándem pero a medida que empezaba a tomar mi curso teórico para después llevarlo a la práctica, entendí que estaba  equivocada, era un mundo prácticamente diferente a lo que había vivido ese día en mi salto tándem y la emoción de ir a saltar y saber lo que me esperaba me entusiasmaba cada vez más.

Era sábado muy temprano en Skydive Cuautla, George Gómez “Georgie “(paracaidista y amigo)me esperaba con toda la actitud para iniciar esta nueva aventura iba a estar conmigo en todo mi AFF. En primer lugar me empezó a explicar todo lo que iba a suceder y sentir el proceso , comenzó a  hablar conmigo para tranquilizarme y aclararme que lo que estaba a punto de hacer sería algo muy diferente a lo de un tándem.

 Algo que me recalcó mucho y que jamás olvidaré fue: “ estás a punto de volar tú sola”, esas palabras se convirtieron en mi motor para no retroceder y entregarme a la aventura.

No les mentiré,  tenía miedo pero al saber que Georgie y  Daniel Silva (otro amigo y paracaidista), iban a estar conmigo, me devolvió la tranquilidad y seguridad, para no renunciar a nada de lo que me había propuesto.

 Es necesario creer en uno mismo y en las personas que nos rodean ,Georgie y Dany para mí son personas que transmiten esa seguridad y confianza para animar a cualquiera a seguir con sus sueños y no detenerse.

Una cosa es  verdad, qué diferente se siente cuando alguien te preparaba poniéndote un arnés y ahora tú eres quien se coloca el equipo que tendrás que abrir sin ayuda del instructor, la responsabilidad de  estar atento de la altura a la que caes y a la que tienes que abrir y manejar el paracaídas hasta aterrizarlo de una manera segura.

 En fin, eran tantos los panoramas y las preguntas que me hacía en el momento.Lo cierto es que  nunca me detuve, mucho menos cruzó por mi mente el renunciar a saltar sola.

Estando en el carrito para abordar y llevarnos al avión Dany repasaba las medidas de seguridad siempre con la intención de prepararme para disfrutar de lo que se aproximaba.

En el avión mientras despegaba podía sentir como me sudaban las manos, la respiración me cambiaba a cada minuto que el avión subía más y más, como todos, la risa nerviosa se apoderaba de mi rostro, cuando abrieron la puerta y me tocó acercarme hacia ella me di la oportunidad de  tomarme esos minutos para mirar al cielo, a la tierra y al cielo otra vez, al hacerlo disfruté una sensación de calma que no me había tocado presenciar.

Mi momento se acercaba y tenía que prepararme con Georgie y Dany para saltar, Dany saca una parte de su cuerpo hacia fuera del avión  y Georgie de mi otro lado sujetándome  para aventarse conmigo, los dos listos y emocionados por mi salto. Su seguridad me ayudó a soltarme y entregarme al cielo, sentir que nadie me cargaba en el momento de salir del avión y sentir cómo mi cuerpo recibía todo el aire provocando en mí  una sensación extraordinaria, no puedo decir que era algo nuevo  pero el hecho de saltar sola y sentir como iba cayendo a cada segundo sin nadie llevándome  como en un tándem me hizo sentirme más viva.

Cada segundo que pasaba en el aire el miedo desaparecía, sentía una emoción y seguridad al saber que estaba volando, fueron los 60 segundos de auténtica vida y felicidad, acercándome a la altura a la que tenía que abrir podía sentir como una parte de mi tenía miedo de saber que se sentía abrir sola el paracaídas pero por otro lado era una sensación de felicidad al saber que lo haría sola, abrí y sentí que ya tenía el paracaídas abierto, son segundos que pasan rápido que ni lo sientes, en esos momentos ¡ESTABA VOLANDO!, el vuelo de copa lo iba controlando yo y no otra persona, sentir cómo manejaba el paracaídas me recordaba mucho a cuando voy manejando en el carro, tú diriges hacia donde quieres ir con precaución y disfrutando cada segundo que pasas en cada viaje, al principio pensé que se sentiría como cuando vas en un tándem, pero estaba equivocada, era mejor, durante todo el trayecto numerosos recuerdos acompañaron mi viaje, me embriagó una sensación única y placentera.

Acercándome cada vez más a la zona de aterrizaje, podía ver como el suelo se acercaba más y las cosas se hacían más grandes, podía notar cómo la gente me estaba esperando para tocar tierra.

Al ver cómo me acercaba más al piso no negaré que nuevamente sentí ese miedo de saber que se sentiría caer sola, por un momento me preguntaba ¿y si caigo mal?, ¿y si caigo de pie? , preguntas que en un minuto te invaden pero ya al momento de sentir tierra lo único que se me vino a la mente fue: ¡hazlo sin miedo!, esa frase y el valor que tuve para aterrizar fue lo que me ayudó para hacerlo bien, inmediatamente levanto la cara y todos estaban observándome , festejando que todo había salido bien pero sobre todo porque sabían que lo que había vivido era algo extraordinario.

Saltar por primera vez sola me enseñó que los miedos nos acompañan en el día a día depende de nosotros que estos temores limiten nuestro sueños y nuestros proyectos. Algunas veces la vida golpea fuertemente y hemos de tener la fortaleza suficiente para aprender a controlar el miedo y saltar al vacío, entendí que no se trata de quien es más valiente o tiene el valor para hacerlo, se trata de querer hacerlo de verdad, se trata de sentir pasión por la vida y lo nuevo que se te presente, hacerlo fue un momento de diversión diferente que en lo personal quería volver a repetirlo, superar cada reto que se me fuera presentando en cada salto pero para llegar a eso entendí que solo se necesita dar un salto de fe y de volar sin miedo.

Nadie conoce qué nos deparará el futuro y poder enfrentarnos a él de forma exitosa puede resultarnos complicado en determinadas ocasiones.

¿Qué pasará en el futuro? Eso es algo que nadie conoce a ciencia cierta y que a todos nos gustaría poder saber. Aunque no conozcamos el futuro que nos aguarda, gracias a nuestras acciones y actitudes diarias podemos prepararnos para lo que quizás suceda de una forma mucho más eficiente, dentro de mi sabia hacia donde quería ir y para llegar allá no iba a ser un camino fácil pero cuando uno cree en sí mismo los caminos nos llevarán hacia el lugar donde queramos estar el día de mañana.

Siempre hay algo nuevo que descubrir, siempre habrá una nueva forma de ver el mundo, se que falta mucho por aprender y por descubrir; sin importar la edad, seas muy joven o no. Todos siempre estamos aprendiendo algo, pero para aprender hay que tener la mente abierta, como dijo una vez Georgie: “siempre con los pies en la tierra”, para aprender de esos secretos o las maravillas del mundo, hay que estar alertas y tener la mente bien abiertos, para ser receptivos a esas pequeñas lecciones que la vida nos da diariamente, sabía perfectamente que cada nivel al que tenía que avanzar se iba aprender algo nuevo, pero lo que nunca pensé es que me costaría muchísimo llegar a donde ahora estoy ahora al grado de que en un momento pensé dejarlo todo pero mis ganas de seguir adelante son cada vez más fuertes, por ejemplo en mi tercer salto cuando se fueron conmigo Georgie y otro paracaidista llamado Legaspi, donde tenía que hacer determinados ejercicios para pasar de nivel y no me salían. Hasta mi cuarto salto, donde recuerdo sentir una desesperación que se apoderaba de mí cuando Georgie e Ilan saltaron conmigo y tampoco me salían las cosas, y como olvidar en mi salto 5 cuando debían ya soltarme para ya estar volando sola pero no lo hacían, por miedo a no controlarme en aire, a mi peso, en fin fueron muchos factores, al ver que no me salían las cosas sentía cada vez más preocupación, mi mente empezaba a tener pensamientos negativos por los resultados que tenía al momento de volar, era increíble sentir que mi preocupación ocurría no solo en mi mente sino también en mi cuerpo al pensar que lo mejor sería darme por vencida y dejarlo todo.


Sin embargo a la mañana siguiente en mi sexto salto,con los nervios al máximo subí al avión con Georgie para saltar, durante el trayecto mi cabeza no dejaba de darme vueltas en todo lo malo que había resultado mis otros saltos, se acercaba la hora de saltar y el miedo seguía presente en mi hasta que me di unos minutos para observar a mis demás compañeros y pensar ¿si ellos pueden, porque yo no?, ese cuestionamiento que me hice en los segundos que me quedaban en el avión fue lo que me ayudó a salir con más confianza y entregarme al cielo, al saltar con Georgie sentía como podía estar agarrada de mi hasta por unos segundos pude ver a Georgie frente de mí, al verlo y sentir el cuerpo libre con la seguridad de saber lo que había logrado, eran tantas las sensaciones que me invadía en la caída libre pero lo que recuerdo bien es que el miedo que sentía se había ido, las emociones desagradables que sentía a la hora de volar se convirtieron en momentos de alegría y orgullo, al momento de tener que abrir el paracaídas sentía más seguridad a la hora de hacerlo que antes, en todos mis saltos no me había tomado el tiempo de voltear a ver como se abría poco a poco que al final se convirtió en un momento especial porque aprendí a disfrutarlo más y no tenerle miedo a la apertura.

Ya al aterrizar con el rush que tenía  por lo que había pasado en el cielo, entendí que vivir sin miedo no es posible, es necesario tenerlo presente en nuestras vidas,  sin él no podríamos  crecer como personas, es imposible eliminarlo de nuestra vida pero si podemos aprender a convivir con él.

Como todo al principio sentía miedo por vivir esta increíble y nueva experiencia pero al saber que estaba volando sola estaba sumamente  orgullosa de haberme lanzado a aquel salto al vacío, aunque resulte incomprensible, aquel salto cambió mi vida, despertó en mí la necesidad de ver la vida y las decisiones desde otras perspectivas  muy diferentes, todo lo que hagas o te propongas es para descubrir y aprende.

Tal vez pasaremos por emociones desagradables pero cualquiera que se plantee un reto sabe que habrá momentos de alegría y orgullo y que al final no se trata de demostrar quién tiene más valor para hacerlo, o quién es más valiente, se trata de querer hacerlo de verdad, se trata de sentir pasión por la vida y lo nuevo que se te presente,  es el paso para aspirar a más, ser mejor cada día y cumplir todas las metas que uno se proponga.

A lo largo de nuestra vida nos cruzamos con muchas personas y, sin duda, algunas son para estar en nuestro camino para enseñarnos algo. En el trayecto de esta increíble aventura estuvieron conmigo personas que se han ganado un lugar especial en mi vida Georgie, Dany, Ilan y Legaspi, amigos e instructores que en todo mi AFF estuvieron acompañándome y enseñándome a disfrutar del paracaidismo y de la vida. 

No puedo negar que fue difícil, incluso doloroso aprender de esta experiencia, por unos minutos me asuste, hasta me hizo dudar de mí pero cuando tienes a personas que te apoyan, te brindan confianza y seguridad puede fortalecernos y podemos seguir adelante sin tener miedo como Georgie y los demás instructores lo hicieron conmigo.

Siempre me aconsejaron  y me mostraron el mejor camino a seguir y a los que  siempre estaré agradecida

Gracias por ser mis guías y por detenerme cuando debían y por empujarme cuando tenía miedo de seguir mis sueños…

Escrito por Gabriela Novoa

Para Skydive Cuautla