¡DESCUBRIENDO EL CIELO!

19 abril, 2024

Cuando las personas escuchan la palabra “paracaidismo” la mente nos empieza a invadir con preguntas como: ¿Qué pasa si el paracaídas no abre?, ¿Y si me desmayo?, o peor aún empezamos a experimentar una sensación de vacío en el estomago como cuando nos subimos por primera vez a la montaña rusa y el miedo se empieza a sentir  presente nada más de pensar: ¿Qué tan seguro es el paracaidismo? y lo que pasaría después, como a mí me paso hace dos años cuando salté por primera vez en un tándem y esta fue mi experiencia…

Las experiencias que he adquirido a lo largo de mi vida han sido gracias a los pequeños y grandes acontecimientos que he vivido y que deseo vivir, sin embargo, saltar en paracaídas nunca había estado en mi lista de sueños por realizar, no se compara como viajar o perder el miedo a bucear. La mayoría de las veces, pensamos en este tipo de cosas, pero nos cuesta tomar la determinación de elegir una fecha y llevarlas acabo.

El problema de las cosas que queremos realizar algún día, es que es muy fácil caer en el clásico “algún día lo haré ” y al final no lleguen nunca o nunca piensas en hacerlas, porque la vida pasa  deprisa, y muchas veces nos cuesta cortar con la rutina y decir, ahora es el momento.  Ya sea saltar en paracaídas o cualquiera que sea algunos de tus sueños que deseas realizar.

Y así fue para mí, un sábado por la mañana mi mamá me invitó a ver de qué se trataba su trabajo, sin decirme a llegamos al lugar y lo primero que vi fue personas volando en el aire, fue una sensación tan grande ver como había personas que hicieran este tipo de locura.

Llegué a Skydive Cuautla y saludé a todos los que trabajan ahí, charlé con ellos para conocerlos y preguntarles acerca de este deporte, conocí a los instructores y paracaidistas que saltan en la zona.

Pasaron las horas y de repente escucho mi nombre, decía que me presentara en el área de preparación, en cuanto llego un paracaidista se acerca a mí me entregó un arnés y me dijo:” Hoy vivirás una de las mejores experiencias de tu vida…así que tú decides si quieres hacerlo”.

La verdad es que no lo dudé un instante, decidí qué iba a hacerlo, pero sobre todo, tomé la mejor decisión que podía, y es que iba a disfrutar cien por ciento la experiencia. No iba a dejar que el miedo o los nervios pudieran conmigo ese día. Iba a vivirlo con toda la serenidad que podía para poder disfrutar de cada instante, toda emocionada y con los nervios al máximo acepté saltar, escuchaba con atención todas las indicaciones que daban para realizar el salto correctamente y con seguridad y me puse el traje con la sensación de que todo estaba más que bien.

Ahora sí, se acerca el momento: nos llaman para subirnos a una especie de carrito que nos llevará hasta donde se encuentra el avión. Subo al vehículo, detrás de mí suben el instructor y el camarógrafo. No sólo era yo en el carrito, eran al rededor de 12 personas con el mismo objetivo: subir y saltar.

Tocaba subir a uno de los mejores aviones para realizar paracaidismos “El Twin Otter”, vaya avión tan grande como el de las películas y desde las alturas se ve tan pequeño como si fuera un juguete, en fin a mi lado estaba mi instructor y en frente de mi el camarógrafo que me ayudó mucho a distraerme y no pensar en el miedo que tenía, empezamos a subir, y durante unos 15 minutos empiezas a ver como todo allá abajo empieza a ser muy pequeñito y es en ese momento en donde te das cuenta de las realidad de las cosas y en mi caso de la decisión que acababa de tomar, entonces todo iba bien.

Observando a los demás cómo se preparaban, para no pensar en el miedo que tenía en ese momento me llamó la atención que en una parte del avión hay una luz verde, amarilla y roja, al principio la luz era roja pero en un punto me di cuenta que la luz cambió a verde y sinceramente no tenía la menor idea de lo que pasaría después…

Empezamos a subir y subir más hasta que en un tipo como reloj que en ese momento no sabía que se llamaba  “altímetro”, decía que subimos hasta 17 mil pies de altura, al darme cuenta de la altura en la que estaba a punto de aventarme sentí que el corazón se aceleraba y más cuando ví por primera vez saltar por la puerta a un paracaidista: fue alucinante, están allí en la puerta por un segundo y luego simplemente se han ido, pasa tan rápido que no tienes tiempo para procesar nada, ya no hay vuelta atrás porque llegaste a tu destino.

Llegaba el momento de saltar en paracaídas, fuí la última en aventarme, el instructor me llevaba al final del pasillo y sabía que tenía que inclinar mi cuerpo hacia atrás y apoyar la cabeza en el instructor para que él pudiera hacer las maniobras, después me dijo a la cuenta de tres y cuenta:”UNO,DOS… y se lanza en dos ya que saben que las personas por miedo se agarran en el tres y yo no seria una excepción.

De pronto al sentir como empezaba la caída libre en un segundo me dijo ¡No tengas miedo, déjate ir, lo que viene será increíble! ,en ese momento me di cuenta que se convertiría en una de las mejores experiencias de mi vida, literalmente “ESTÁS VOLANDO”, empiezas a caer y no sientes absolutamente nada de miedo, es felicidad absoluta, 60 segundos de pura vida, sientes una emoción y seguridad absoluta que te invade, ves la vida con una nueva perspectiva, era el momento de gritar, liberarte y dejar salir todo tipo de emociones que se han acumulado a lo largo de tu vida.

Cuando el instructor saca el piloto para abrir el paracaídas se siente un pequeño tirón, esto por el cambio de velocidad, después de casi 1 minuto de haber gritado y liberado adrenalina pura muchas cosas durante esos 60 segundos sientes un momento de tranquilidad y relajación, empiezas a distinguir las cosas en el suelo y tomar perspectiva de la altura, sientes como tu cuerpo se va recuperando tras un instante de éxtasis puro, fue un vuelo de casi 5 minutos en donde por primera vez puede sentir cómo la corriente del viento te ayuda para manejar un paracaídas y llevarte a la zona de aterrizaje, al final se convierte en un momento maravilloso que quisieras detener en el tiempo.

Acercándonos cada vez más a la zona de aterrizaje, podía ver a mi mamá cada vez más cerca, entonces mi instructor me indicó cómo poner los pies y caímos sentados, sin dolor y todo bien.

Nos levantamos, nos tomaron fotos a mí y a mi instructor, estando todavía en “shock” quería que esta increíble experiencia no llegara a su fin, era tanta mi felicidad y mi adrenalina que ya hasta quería subirme otra vez.

Al acercarme a la zona en donde me prepararon para ponerme el arnés, escuchaba con mucha atención las experiencias de las otras personas y me di cuenta que saltar en paracaídas es una experiencia personal y subjetiva, cada quien la percibirá de manera diferente, pero todos al final del día nos quedamos con el mismo sentimiento:”desafiar el miedo.”

Las situaciones que provocan el miedo son muy variadas. Podemos sentir miedo cuando creemos que nuestra vida está en peligro, como por ejemplo, saltar en paracaídas pero el miedo lo es todo, nos ayuda a comenzar a salir de la zona de confort y atrevernos a vivir nuevas experiencias, el haber saltado en paracaídas me cambió la vida, entendí que atreverse a experimentar nuevas cosas te genera confianza, hace que quieras conocer más acerca de este deporte y sobre todo te vuelves más fuerte de lo que eras antes…

Si deseas más información para realizar tu primer salto tándem da clic en el siguiente enlace:

https://bit.ly/2Tk4RSi